Niños armados, un drama y también un negocio

Niños armados, un drama y también un negocio

Mientras miles de niños pierden sus vidas como soldados forzosos en el tercer mundo, en EE.UU. otros fallecen víctimas de unas leyes que permiten regalar rifles a pequeños de tan solo 5 años y sostienen un negocio de venta de armas que juega con fuego.

Fernando Mexía/EFE





La última desgracia, ocurrida el pasado martes en Kentucky, puso en el punto de mira a Keystone Sporting Arms, una empresa que fabrica cada año millares de fusiles de colores llamados Crickett, que tienen como logotipo un grillo, como lema comercial “mi primer rifle” y están destinados a usuarios infantiles.

Un niño de 5 años disparó a su hermana de 2 con una de esas armas que le había comprado su padre en noviembre. El accidente causó la muerte de la pequeña.

“Es una pérdida y un incidente trágico”, aseguró a Efe el abogado de la compañía John Renzulli, quien insistió en que no es momento para buscar culpables.

“El deseo de Keystone es no hacer un espectáculo de lo que ha pasado aquí y dar tiempo a estas personas para afrontar esto”, comentó Renzulli, quien confirmó que los dueños de la empresa han recibido “amenazas de muerte” y que la página Crickett.com ha sido pirateada.

Keystone es uno de los grandes proveedores de armas para jóvenes en EE.UU., un nicho residual en el millonario negocio de venta de armas aunque uno de los que más interés despierta en un sector que necesita conectar con las nuevas generaciones.

“Los compradores tradicionales envejecen y la industria tiene que reemplazarlos. Hay un esfuerzo para meter a los niños en la cultura de las armas”, explicó Josh Sugarmann, fundador de la organización Violence Policy Center (VPC).

La Asociación Nacional del Rifle (NRA) cuenta con una publicación para menores en la que los niños narran sus experiencias y posan con sus rifles, una revista de contenidos cuestionables para algunos pero totalmente legales.

En EE.UU. no existe restricción de edad a nivel federal para posesión de armas de cañón largo como escopetas y rifles, y las limitaciones para conseguir una licencia de caza varían de estado a estado. En Alaska, por ejemplo, los niños pueden cazar si van acompañados de una persona de al menos 16 años que tenga permiso.

Los defensores de las armas de fuego en EE.UU. confían en el criterio de los padres para determinar si un menor está listo o no para empuñar un rifle y acompañan sus esfuerzos para cautivar a los más pequeños con campañas sobre seguridad, como Project Child Safe.

“Cualquier experto en seguridad que no esté pagado por la industria armamentística diría que la idea de poner un arma en manos de un 5 un niño de cinco años es estremecedora. Si fuera otro producto, como el alcohol, el tabaco, o conducir un coche, no estaríamos teniendo esta discusión”, afirmó Sugarmann.

Los intentos por aumentar los controles sobre las armas en EE.UU. fracasan en Washington donde políticos de ambos bandos se resisten a poner coto a uno de los derechos constitucionales más simbólicos del país a pesar del clamor de gran parte de la opinión pública que pide a sus representantes que tomen medidas para impedir matanzas como la ocurrida en Newtown (Connecticut) en diciembre.

En la escuela elemental Sandy Hook el joven Adam Lanza ejecutó a 20 alumnos y 6 adultos.

Tras aquel suceso, el director ejecutivo de la NRA, Wayne LaPierre aseguró que un “hombre bueno armado” es lo único que puede detener a un “hombre malo armado”.

LaPierre reiteró su mensaje el pasado fin de semana en la convención anual de NRA en Houston, misma ciudad donde en diciembre un adolescente que estaba solo en casa con su hermana de 12 años cogió el rifle de asalto de su padre y repelió a unos ladrones a tiros. La acción en defensa propia fue justificada por la policía. EFE