Gerver Torres: El chavismo en su laberinto

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En su novela, “El paraíso en la otra esquina”, Vargas Llosa relata un episodio extraordinario. Se trata de dos ejércitos enemigos que estando ya cerca de entrar en batalla, deciden ambos, simultáneamente,  irse en retirada. Cada uno sintió miedo del otro y los dos huyeron al mismo tiempo. Se sobrestimaron mutuamente. Sobrestimar y subestimar al adversario son errores  que pueden resultar muy caros. Pero, de alguna manera, la sobrestimación es el más peligroso de los errores porque puede generar miedo y conducir a la parálisis. El que subestima seguramente se lanza a la lucha y solo descubre que subestimó al adversario luego de la confrontación. En cambio, el que sobreestima es posible que nunca luche, paralizado por el miedo.

En muchos de los análisis que hacemos hoy de la situación venezolana actual,  sobrevaloramos las capacidades y fortalezas del régimen. A título de ejemplo, menciono tres elementos que no valoramos adecuadamente y que hacen al régimen mucho más débil de lo que éste quiere aparecer. Primero, el más importante y más obvio de todos,  pero que olvidamos con frecuencia,  consiste en que han perdido nada menos y nada más que a su líder fundamental; han perdido el elemento clave de su dirección política táctica y estratégica,  y de conexión afectiva con su base de apoyo social. El chavismo, el socialismo del Siglo XXI es hoy un movimiento y una propuesta descabezada. Para cualquier movimiento u organización, perder su líder principal constituye un revés notable; pero para uno que se ha constituido totalmente alrededor de una sola figura, de un hombre, esa pérdida puede resultar insuperable. Segundo, la dirección con la cual han tratado de sustituir a su maximo líder, es decir la dirección cubana, le plantea al chavismo muy serios problemas. Por un lado,  deja a sus dirigentes muy mal parados frente al país, al mostrarlos bajo la tutela de un gobierno extranjero. Por el otro, esa dirección cubana tiene enormes limitaciones para dirigir un gobierno y un país como Venezuela.  Entre otras cosas, los cubanos no tienen experiencia en el manejo de sociedades con tradición democrática. Esa es posiblemente una de las fuentes de las torpezas institucionales que ha cometido el régimen. Tercero,  la naturaleza del liderazgo gubernamental criollo.  Se trata de liderazgos burocráticos, no naturales y muy corruptos,  criados a la sombra del  sometimiento y  culto a un líder único. Son líderes que jamás hicieron verdad la predica de construir un movimiento popular sólido.  Por si fuera poco, ese gobierno está enfrentado a una situación económica y social extremada y crecientemente compleja, frente a la cual no dan muestras sino de ineptitud. Por eso el gobierno está totalmente paralizado. Estas son apenas tres de las más visibles debilidades del régimen. Invito a los lectores a identificar otras más.

Hecho el ejercicio anterior, algunos querrán pasar a analizar los problemas y limitaciones de la oposición. Aun cuando ese es un ejercicio absolutamente válido y necesario, conviene mencionar un pensamiento de Leigh Steimberg: “nunca subestimes la capacidad de otros seres humanos de tener los mismos problemas que tú tienes”. Es decir, que varios de los problemas que identificamos en la oposición, muy posiblemente también los tenga el régimen.





En el episodio que cuenta Vargas Llosa, el ejército que descubre primero que el otro también está en retirada, se devuelve y lo persigue hasta vencerlo.

gerver@liderazgoyvision.org